Que se recuerde, nunca asumió la responsabilidad por los problemas de la ciudad que le confiaron. Para ella, todos son consecuencia de la acción o la inacción de otros.
Y los dedos de las manos son insuficientes para contar las veces en que fijó una posición y la mantuvo.
Su gestión, por fortuna, a muy poco de terminar, no pasará a la historia de Bogotá como ejemplo de consistencia, de coherencia y de seriedad.
Quizás todas sus contradicciones y autoexculpaciones hayan sido consecuencia de estar pensando, obsesionada, con declararse candidata presidencial para el próximo período.
Durante estos cuatro años como alcaldesa mayor, Claudia López estuvo cada día más cerca de Chimoltrufia, el personaje de la televisión, que de cualquiera de sus antecesores en el Palacio Liévano.
No lo reconoció en público, pero, sin ruborizarse, siquiera, sí llevó a la práctica el lema aquel de “así como digo una cosa, digo otra”.
Para un analista, una característica define a López: “la incoherencia política. Siempre estuvo navegando al vaivén de su conveniencia, y no propiamente al de los intereses de la ciudad. Un día pensaba una cosa, y días después, todo lo opuesto”.
La incoherencia política de la alcaldesa es de tales características que, el sábado en la tarde, el expresidente Álvaro Uribe Vélez señaló que esta ha sido una de las peores y más incoherentes alcaldías de la historia de Bogotá.
Antes, lo elogiaba. “El Estado colombiano se fortaleció en defensa y seguridad en los últimos 20 años, eso es innegable. Y en buena medida un gran líder en ese propósito fue Álvaro Uribe, eso hay que reconocérselo”, dijo una vez López.
“Si le toca, es de izquierda y petrista. Y si le toca, también se p
uede vestir de derecha y ser antipetrista. Una prueba de su incoherencia política”.
Álvaro Uribe Vélez, sobre Claudia López.
Durante su administración, López ha expresado grandes odios y grandes amores con los dos presidentes de la República que le han correspondido.
En pandemia, enfrentó a Iván Duque, al que incluso quiso desplazar en el manejo de la lucha contra el Covid 19, y por todos los medios trató de desprestigiarlo.
“A él no le toca salir a trabajar a la calle”, se quejó varias veces. Pero, el extremo fue cuando dijo que el Gobierno nacional abriría el aeropuerto Eldorado “solo sobre mi cadáver”.
En varias oportunidades habló de cobardía y de falta de liderazgo de Duque y “ver, impávido, cómo se extiende, peor que el coronavirus, la matanza de jóvenes humildes”.
Sus desvaríos la llevaron a encerrar de manera rigurosa a los bogotanos durante la pandemia, y ordenó que solo una persona por familia saliera a la calle a comprar lo necesario. Pero, paradójicamente, fue fotografiada mientras, acompañada de su esposa, compraba en un supermercado.
Pero todo cambió de un día a otro. Con decoró a Duque y reconoció que había trabajado para cambiar la vida de millones de personas.
Con el presiden te actual, las contradicciones han sido frecuentes y notorias.
En 2018, ella fue fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo, al que abandonó para respaldar la campaña de Gustavo Petro.
Pero, como alcaldesa, las cosas cambiaron.
En referencia a Petro, ella habló de “machismo, politiquería y egolatría”, y durante las protestas, lo llamó “oportunista irresponsable” y le pidió no incendiar ma2s a Colombia y no generar caos.
Y, otra vez las contradicciones. En 2022, en la según da vuelta presidencial, en pleno conflicto con Petro, la esposa de López, la senadora Angélica Lozano y el secretario de Gobierno de la Alcaldía, Luis Ernesto Go2mez, aterrizaron en la campaña del Pacto Histórico.
A Gustavo Bolívar, uno de los principales alfiles del petrismo, lo acusó de financiar la primera línea. Sin embargo, a esos jóvenes que decidieron actuar violentamente en las calles los defendía y los llamaba “mis muchachos”.
Ahora, nuevamente crítica de Petro, se prepara como aspirante a reemplazarlo en la presidencia.
Solo que, en esa aspiración, quiere alejarse de Chimoltrufia. En ese sentido, hoy dice una cosa, y mañana la misma. Pero quizás no haya mucha gente que le crea…