Por Dr. Polito

Las tragedias son, siempre, oportunidades para deslizar ideas que, con intención de desviar la atención de la gente, o sin ella, terminan por sembrar inquietudes y dudas, por lo menos.

En estos días, desde la prensa institucional (que son todos los grandes medios), están respaldando, velada pero indudablemente, una muy curiosa teoría en relación con el caso de la muerte de un balazo de Juan Felipe Rincón Morales, el hijo de 21 años un general de la Policía, que andaba enredado con niñas de 8 y 9 años.

Surgida del dolor, hay que entenderlo, la madre de Rincón, Dina Morales, expuso por la radio la manera como entiende la responsabilidad de los victimarios y la de las víctimas.

Según como ella interpreta la realidad, la responsabilidad de que una niña de 8 años mantenga relaciones con contenido sexual con adultos, como su hijo, es de los padres de la menor.

“Las niñas de 15 años están enfocadas en relaciones desbocadas. Si Juan Felipe salió con esta menor, no tendré ningún problema en aceptarlo, pero aún no se sabe; hoy en día, hay niñas de 14 años que salen con adultos de 40 y 50, esa es responsabilidad de los papás”, dijo la mujer a una radio de Bogotá.

Y agregó: “Es una niña de 8 años con una página de Instagram, a mí, que no me venga la mamá con el cuento de que no sabe manejar las redes sociales. Yo a Juan Felipe le revisé las redes hasta que tuvo 17 años”.

Hasta aquí, parece no haber nada cuestionable.

Pero, en el fondo, lo que parece pretender Morales es convencer a la gente de que la madre de la nena de 8 años es en parte responsable del delito que estaría cometiendo su hijo.

Rincón, de acuerdo con esta teoría, puede ser responsable de los delitos de corrupción de menores y de delitos contra la integridad sexual, pero también los padres de la niña, y la misma niña.

Así, en caso de un asesinato, para la adolorida mujer, los padres del asesinado son responsables de su muerte, pues cuando niño no le enseñaron a andar escondido, blindado y atrincherado, para evitar que lo mataran.

Es entendible, lo que sucede con Morales. Al fin y al cabo, ella sostiene lo que cualquier madre: “Juan Felipe era una persona educada, responsable, que le gustaba ganarse las cosas (…) Sé y estoy segura de qué clase de hombre era”.

Pero, de acuerdo con su novedosa teoría, Lina Morales también sería responsable de lo ocurrido con su hijo, porque no le enseñó que, a los 21 años, con todo lo que ellos implica, un hombre no debe meterse en asuntos sexuales con niñas de 8 años, absolutamente inocentes, tanto, que la misma ley colombiana declara que todo menor de edad es inimputable, es decir, no se le puede atribuir responsabilidad alguna en asuntos delictivos.

Que no haya duda: este es el caso de un hombre hecho y derecho, con toda la responsabilidad, que, a sabiendas de que violaba la ley penal, mantenía relaciones con contenido sexual con niñas de 8 y 9 años.

Y lo sabía mejor que muchos otros colombianos de su edad: así lo hace suponer la condición de ser hijo de ¡un general de la Policía!, es decir, de alguien que ha escalado todos los peldaños de la lucha contra el delito.

Por tercera vez: comprensible que Morales defienda a su hijo muerto.

Lo que no es entendible, mucho menos aceptable, bajo ninguna consideración, es que, en sus publicaciones, los grandes medios, implícitamente asuman la teoría y traten de excusar, o al menos de atenuar, la responsabilidad de Rincón.

A propósito, todos los medios hablan de asesinato de este hombre. ¿Cómo saben los medios que fue asesinado, es decir, que alguien tuvo la intención de matarlo y lo mató?

Afirmar que el caso es un asesinato (homicidio agravado, lo llama la ley), puede ser un acto de complicidad, pues quien lo afirma debe saber quién lo mató intencionalmente.

Hasta ahora, es un homicidio bajo investigación. Y es probable que, contra el criterio del asesinato, se compruebe que se trata de una muerte accidental en una riña, que sería distinto a que alguien lo haya matado porque así se lo propuso.

¡Cuánta falta les hace a los periodistas de los grandes medios dejar de un lado su soberbia y dedicarse a estudiar! Así, dejarían de ser lo que en verdad son: un mar de conocimientos… con un milímetro de profundidad.