¡Ay!, el tiempo

Dr. Polito

Fue un diario ejemplar, aunque, lo admito, no el mejor de todos. Pero, el tiempo —ya ni siquiera vale el esfuerzo de las mayúsculas—, hoy, es un pobre periodicucho de pacotilla. Y allá lo saben, aunque prefieren hacerse los pendejos y simular que no es cierto...

Y no es por lo horriblemente mal escrito, ni por las horrorosas sintaxis y ortografía que exhibe, ni por el enfoque veleidoso en lo que a nadie le interesa, solo a quien escribe sus notas de bisutería. En eso, el tiempo es campeón inderrotable.

No es solo por eso que ahora es un diario corrupto, deleznable y ya ni siquiera bueno para envolver el pescado... Es, también, por la manera como considera pendejos a sus lectores.

Por eso, les dice que Colombia está de luto por la muerte de Miguel Uribe Turbay… y cree que ellos lo creen. Pues, no, y averígüenlo.

Y no lo creen, porque no hay razón para que un personajillo como Turbay (terrible, sí, el asesinato y, quizás, peor, lo que puede haber detrás del complot), suma en el luto a todo un país, interesado en su supervivencia, antes que en la vida de quien aspiraba a llegar al cargo desde el cual todo se puede, mientras se sea como él, rico, de derecha radical, aristócrata, ‘gente de bien’, hijo putativo de un distinguido criminal preso, por ahora, en su casa de Antioquia.

¿Qué lo hacía tan diferente paa que haya que vestirse de negro por él? Nada. Era uno más en este país. Que fuera senador y tuviera una carrera burocrática no significa que merezca más de lo que cualquiera otro colombiano merece.

Le pagaban injustos 40 y tantos millones de pesos mensuales por el cargo. Esa sí es diferencia grande con la absoluta mayoría de colombianos.

No, señoras y señores de el tiempo. Colombia no está de luto por lo sucedido al niño mimado del Centro Democrático (CD).

Está de pésame profundo por otras víctimas de la violencia generada arriba, allá donde anidan águilas políticas, y que, la verdad, da la impresión de no acabar.

Pero ¡qué van a saber de eso ustedes!, dedicados, como están, a olvidar la historia de siglos y a cambiarla por la que pretenden escribir desde alguna hacienda cordobesa, con el apoyo de miserables banqueros corruptos (si no se es ladrón, no se puede ser banquero).

No hay duda de que Turbay fue víctima de esa violencia que se creó en los clubes sociales que frecuentaba, ideada y, en casos como el de su abuelo acusado de narcotráfico, reglamentada en estatutos de seguridad y de inseguridad.

Sí, Colombia siempre está de luto por las consecuencias de esa violencia que el mismo asesinado estimuló segundos antes de que lo callaran a balazos, cuando pidió “armas a la gente de bien”.

Por las víctimas de esa violencia que el tiempo fue dejando olvidada entre sus viejos chibaletes, por esa sí que estamos de luto todos. Menos la gente del papelucho diario, claro, interesada en resguardar las más negras página de la historia de la infamia colombiana, porque así ayuda a salvar del escarnio la codicia reflejada en los bancos que lo financian.

Si, como deben estar convencidos dueños, editores (¿en serio, los hay?) y demás periodistas, tienen un diario medianamente aceptable, aunque jamás creíble, ¿cómo se explican que de los 20,000 ejemplares diarios que impriman, haya devoluciones?

Ni siquiera todos los que compran el papel cada día creen que el país está de luto por esta muerte.

Y, eso, pesa mucho en la contabilidad —con sus cifras cada vez más teñidas de rojo—, siempre más contundente que la codicia y el ansia de poder

Al paso que va, dentro de poco —y lo saben todos en esa casa editorial— habrá luto por un diario que fue grande, aunque no excelente.

Pero, será un luto de pocos. Muy pocos…

Como el de hoy.

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