El presidente Nicolás Maduro puso en marcha la parte del plan de defensa de Venezuela en los estados de Táchira, Apure y Amazonas, todos fronterizos con Colombia.
La decisión la tomó en medio de las crecientes tensiones con Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump, mantiene un amplio despliegue militar en el Caribe y acaba de autorizar operaciones encubiertas de la CIA en el país caribeño.
Las operaciones en la frontera con Colombia hacen parte del Plan Independencia 200, una estrategia anunciada por Maduro para preparar a la nación ante una posible agresión militar de Estados Unidos.
De acuerdo con Diosdado Cabello, ministro del Interior, el operativo busca que el país "siga funcionando" mientras se alista para defenderse.
El plan de defensa ya estaba activo en al menos 11 regiones, la mayoría zonas con salida al Caribe, y esta semana comenzó a desarrollarse también en Caracas y en el estado de Miranda, cercano a la capital venezolana.
La noticia de la puesta en marcha de las llamadas Zonas Operativas de Defensa Integral (ZODI) en la frontera con Colombia fue anunciada por Maduro en un contacto con el estatal canal Venezolana de Televisión (VTV).
En su intervención, Maduro aseguró que las zonas de defensa permiten al país prepararse y activar toda su fuerza militar, popular y policial.
"Venezuela les pertenece a los venezolanos y venezolanas y seguiremos ganando la paz, ejerciendo nuestra soberanía plena y defendiendo el derecho a la vida, a la alegría de un pueblo que construye su máxima felicidad posible", afirmó el mandatario chavista.
Y agregó: "Hay que incrementar todas las tareas en los días que están transcurriendo y por venir, todas las tareas de preparación integral para la defensa. Cada vez mayor despliegue y máxima preparación, con confianza absoluta en el destino de nuestra patria".
Maduro también pidió a los ciudadanos, militares y policías activar "toda la fuerza de defensa integral" para proteger "montañas, costas, escuelas, hospitales, fábricas, mercados y comunidades".
Las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela se encuentran en su punto más alto desde el pasado mes de agosto, cuando Washington ordenó la puesta en marcha de una operación militar en el Caribe con el fin, según señaló Trump, de frenar el narcotráfico.
La operación ordenada por la Casa Blanca en las costas de Venezuela incluye buques de guerra, aviones y hasta un submarino de propulsión nuclear.
Maduro, no obstante, sostiene que se trata de una estrategia con la que Estados Unidos pretende provocar un cambio de régimen e incluso apropiarse de recursos venezolanos como el petróleo.
Desde el inicio de las operaciones, Washington ha hundido al menos seis embarcaciones que supuestamente llevaban droga y este miércoles dejó ver la posibilidad de que su país lleve a cabo ataques en tierra contra grupos del narcotráfico.
Trump aseguró que la medida fue autorizada debido a que Caracas ha "vaciado sus cárceles" para enviar presos a Estados Unidos y por cuenta del tráfico de drogas que sale de territorio venezolano hacia su país.
De acuerdo con el diario The New York Times, la autorización a la CIA permitiría que la agencia tome medidas encubiertas contra Maduro y otros funcionarios del régimen, ya sea unilateralmente o en conjunto con una operación militar mayor.
“Sin duda, ahora estamos considerando el territorio terrestre, porque tenemos el mar muy bien controlado”, dijo Trup.
Trump ordenó el fin de las conversaciones diplomáticas con Maduro, al sentirse frustrado por el hecho de que el dirigente venezolano no accediera a las exigencias estadounidenses de abandonar el poder voluntariamente y por la continua insistencia de los funcionarios en que no tenían nada que ver con el narcotráfico.
La CIA tiene desde hace mucho tiempo autoridad para trabajar con gobiernos de Latinoamérica en asuntos de seguridad e intercambio de información. Eso ha permitido a la agencia trabajar con funcionarios mexicanos para atacar a los cárteles de la droga. Sin embargo, esas autorizaciones no permiten que la agencia lleve a cabo operaciones letales directas.
La estrategia del gobierno de Trump para Venezuela, desarrollada por el secretario de Estado Marco Rubio con la ayuda de John Ratcliffe, director de la CIA, tiene como objetivo expulsar a Maduro del poder.
Ratcliffe ha dicho poco sobre lo que su agencia está haciendo en Venezuela, pero ha prometido que, bajo su dirección, la CIA será más agresiva. Durante su audiencia de confirmación, Ratcliffe dijo que haría que la CIA fuera menos reacia al riesgo y estuviera más dispuesta a llevar a cabo acciones encubiertas cuando se lo ordenara el presidente, “yendo a lugares a los que nadie más puede ir y haciendo cosas que nadie más puede hacer.
La Casa Blanca y la CIA declinaron hacer comentarios.
Una evaluación de la comunidad de inteligencia realizada en febrero contradijo esa afirmación, detallando por qué las agencias de espionaje no creían que la banda estuviera bajo el control del gobierno de Maduro, aunque el FBI discrepó en parte.
Un alto funcionario del gobierno de Trump presionó para que se rehiciera la evaluación. La evaluación inicial fue reafirmada por el Consejo Nacional de Inteligencia. Posteriormente, el director en funciones del consejo, Michael Collins, fue destituido de su cargo.
Mientras que las operaciones militares estadounidenses, como los ataques contra embarcaciones que supuestamente transportaban drogas desde territorio venezolano, suelen hacerse públicas, las acciones encubiertas de la CIA suelen mantenerse en secreto.
Algunas, sin embargo, como la operación de la CIA en la que los Navy SEAL mataron a Osama bin Laden en 2011, se hacen públicas rápidamente.
La agencia lleva años intensificando su labor antinarcóticos. Gina Haspel, la segunda directora de la CIA durante el primer gobierno de Trump, dedicó más recursos a la caza de drogas en México y Latinoamérica. Bajo el mandato de William Burns, director del gobierno de Biden, la CIA empezó a sobrevolar México con drones en busca de laboratorios de fentanilo, operaciones que Ratcliffe amplió.
La autorización encubierta es, en cierto modo, una evolución natural de esos esfuerzos antidroga. Pero el historial de acciones encubiertas de la CIA en Latinoamérica y el Caribe es, en el mejor de los casos, irregular.
En 1954, la agencia orquerstó un golpe que derrocó al presidente Jacobo Árbenz de Guatemala, que dio paso a décadas de inestabilidad. La invasión de Cuba en Bahía de Cochinos en 1961, respaldada por la CIA, acabó en desastre, y la agencia intentó varias veces asesinar a Fidel Castro. Sin embargo, ese mismo año la CIA suministró armas a disidentes que asesinaron a Rafael Leónidas Trujillo Molina, el líder autoritario de República Dominicana.
La agencia también intervino en un golpe en Brasil, en la muerte de Ernesto ‘Che’ Guevara y otras maquinaciones en Bolivia, en el golpe contra Salvador Allende en Chile y su asesinato, y en la lucha de los frente al gobierno sandinista de izquierda de Nicaragua en la década de 1980.