‘La retoma de Palacio no fue contra el M-19, fue contra la rama judicial’

No solo ardió el Palacio de Justicia, también el aparato judicial, considerado enemigo por los militares de 1985. Foto de redes sociales

El sangriento despliegue militar para poner fin a la toma del Palacio de Justicia el 6 de noviembre de 1985 no fue contra el M-19 sino contra el aparato de Justicia, considerado enemigo por las Fuerzas Armadas.

Así lo reveló el exagente de Inteligencia José Dorado García, entrevistado por Helena Uran Bidegain, hija del magistrado Carlos Horacio Urán Rojas, ejecutado por militares el 7 de noviembre.

La entrevista y la confesión íntegra, en la que Dorado afirma que los altos mandos militares ordenaron torturas, desapariciones y ejecuciones, con el fin de responder a acciones de la Justicia contra ellos, por abusos de autoridad y otras acciones ilegales.

Apartes relevantes de la entrevista son los siguientes:

CAMBIO: ¿Tiene algo que contarnos de las personas que salieron vivas del Palacio y que después nunca volvieron a aparecer porque fueron torturadas y ejecutadas? 

J.D.G.: Conozco el destino de varias de esas personas y así lo he declarado. Por ejemplo, el caso de la señora Irma, que fue asesinada en las instalaciones del Batallón de Contrainteligencia número 1, en la Escuela Logística. Y de varias personas que fueron trasladadas muertas al cementerio sur de Bogotá. Hubo otras personas que después de muertas, por el nivel de importancia que tenían, fueron devueltas al Palacio de Justicia para hacer creer que había muerto ahí. Eso se hizo para ocultar que esas personas habían muerto sometidas a interrogatorios de inteligencia o asesinadas con tiros de gracia. 

CAMBIO:  ¿Qué sabe usted del caso de mi padre, el magistrado Urán? Hay registros de que salió vivo, de que sufrió torturas y fue ejecutado. Hoy, 39 años después, no sabemos qué pasó y quién lo hizo posible. 

J.D.G.: Sobre ese caso hay varias tesis. Dijeron que murió dentro del Palacio en un cruce de balas, o que fue asesinado por un integrante del M-19. Esa guerrilla manejaba armamento AK, muy diferente al que usábamos en las Fuerzas Militares, que ultimó al doctor Urán. Yo sé que él, como otros magistrados, fue trasladado a la Casa del Florero y desde ahí fue dispuesto a una parte cercana en la que nosotros también teníamos salas de entrevistas. No fue llevado a las salas principales de la escuela logística, pero sí a una sala que quedaba sobre la sexta, cerca de la Dijin, que también teníamos dispuesta. Eso no fue ese mismo día, como lo han mencionado. Con los días se logró la identificación de él. Pero ya cuando había pasado por un interrogatorio en la oficina que he mencionado. De ahí fue trasladado ya muerto a Medicina Legal. No es que Medicina Legal o la Fiscalía se prestaran para esto sino que les tocaba. Tenían que callar. Muchos fueron llevados a medicina forense y entregados en días posteriores. Lo del magistrado duró días, porque en inteligencia pensábamos que él apoyaba estructuras de las organizaciones al margen de la ley y que había ejercido como abogado en casos en favor de personas que nosotros consideramos eran parte de estructuras al margen de la ley. Entonces se trataba de una persona que era objeto de seguimientos por años por parte del coronel Álvaro Velandia, que dirigió esa operación, como de Iván Ramírez Quintero, como de Harold Bedoya Pizarro como de Mario Montoya Uribe, o Sánchez, que para ese entonces eran oficiales de inteligencia. Varios oficiales y suboficiales le hacíamos seguimiento al magistrado Urán y ya sabíamos que tenía algunos nexos. Por esta circunstancia no fue entregado, como el caso de otro magistrado, a una clínica para ser atendido. El magistrado Urán corrió una suerte diferente porque la inteligencia militar quería que él no saliera con vida y se aprovechó ese momento para actuar en contra de él. 

CAMBIO: Usted dice que se falsificaron las actas de levantamiento y que hubo una especie de toma de Medicina Legal. 

J.D.G.: Nosotros, dentro de nuestras fachadas, manejábamos una oficina especial que emitía actas de defunción, órdenes de captura, y cualquier documento que hacíamos ver como si fueran legales. Por eso quiero resaltar que no es que las entidades estuvieran al servicio de la inteligencia, es que nosotros los obligamos. Lo imponemos en circunstancias que se salían de las manos como la del magistrado Urán. Había necesidad de montar documentos oficiales para justificar todo. Por eso teníamos fachadas que nos permitían justificar lo que fuera para cumplir la misión. En el caso del magistrado Urán, una persona que habíamos seguido por años y que consideramos enemigo, la misión era que no saliera del Palacio de Justicia. Teníamos que hacer creer que el M-19 lo había asesinado dentro de los hechos que se presentaron. 

CAMBIO: Al magistrado Urán (mi papá) lo ingresan de regreso al Palacio de Justicia o lo llevan directamente a Medicina Legal. ¿Falsificaron el acta de levantamiento para ocultar lo que realmente pasó? 

J.D.G.: Esa es otra hipótesis que se maneja. Que fue devuelto, encontrado y llevado a medicina forense. Pero esto obedece al montaje que la inteligencia ha hecho de que el cuerpo del magistrado fue recuperado en el Palacio y trasladado a medicina forense. Pero la verdad es que él fue interrogado en una oficina que teníamos cerca  a la Casa de Nariño por la calle 6.ª, o cerca de la Sijín, donde muchos fueron interrogados.

CAMBIO: ¿Quiénes participaron en eso?

J.D.G.: Puedo relacionar como principales responsables de la acción al coronel Álvaro Velandia. Por encima de él estaba Harold Bedoya Pizarro, que tenía las orientaciones claras sobre todo esto. Después, Iván Ramírez Quintero, Urbina Sánchez, Mario Montoya Uribe, oficiales subalternos y suboficiales, entre ellos agentes de inteligencia, como Guillermo Hernández, que para ese entonces era cabo. El Negro Tamayo, Mauricio Angarita, Garzón Garzón, Juan David Mateus, Ocampo Chavarriaga, Mauricio Corredor, oficiales que para ese entonces eran de menor grado y muchos agentes de inteligencia que yo ya he relacionado de forma puntual, que participaron en esa acción, en los interrogatorios posteriores de los que hice parte. 

CAMBIO: Pocos meses antes del asalto al Palacio se había condenado al Ejército por primera vez en la historia por un caso de tortura. ¿Cómo veían a los magistrados desde inteligencia y contrainteligencia? 

J.D.G.: Había acciones de vigilancia y seguimientos, no solo contra magistrados sino contra los tribunales. He mencionado también el caso de dirigentes de la UP que fueron jueces. Los seguíamos y los vigilábamos porque creíamos que tenían nexos con grupos al margen de la ley. 

CAMBIO: ¿Qué era suficiente para catalogar a una persona como simpatizante de un grupo al margen de la ley?

J.D.G.: Era suficiente poner un anexo dentro una orden de batalla. Cualquier reunión o participación en alguna comisión de paz bastaba para vincular a una persona a una organización. En el caso del magistrado Urán, yo tenía conocimiento de que no fue una circunstancia ajena de lo que se presentó en el Palacio de Justicia. Todo obedeció a que se dio la oportunidad en la retoma de lograr borrar archivos y evidencias que manejaba el magistrado. La retoma fue un pretexto para lograr acciones en contra de personas y de archivos.

CAMBIO: La inteligencia sabía que el M-19 iba a entrar en el edificio. ¿Esa información se compartió con el presidente?

J.D.G.: La inteligencia militar nunca estuvo de acuerdo con los procesos de paz. Nosotros nos alineamos a los principios de los gringos y recibimos entrenamiento de ellos. Eso no es imposible. Esto no se ha logrado esclarecer porque los hombres de inteligencia son intocables y muchos presidentes no conocen las verdaderas intenciones de la inteligencia y las fuerzas militares. Nosotros, desde el 83, ya habíamos infiltrado al M-19 con Garzón (N. de R. El único con ese apellido en el M-19 con posibilidad de conocer información secreta parece ser el exministro Angelino Garzón). Sabíamos todas las acciones que estaba coordinando José Cuesta con Antonio Navarro y Vera Grabe. Garzón era amigo de ellos. Sabíamos lo que se estaba planificando. Pudo haber una circunstancias en que los hombres de inteligencia decidimos callar para organizar y planificar una retoma que llevara a la pérdida de archivos, expedientes y la muerte de personas que no eran afines a la inteligencia militar.

CAMBIO: ¿Hubo una operación de inteligencia para bloquear el acceso de la prensa a los sitios por donde salían los rehenes del Palacio?

J.D.G.: Hombres de inteligencia conocían lo que se iba a generar por parte de Vera Grabe porque teníamos hombres infiltrados dentro de la organización. Se había planificado una operación que saliera limpia. Y por muchos se logró porque los hombres de inteligencia fuimos distinguidos por nuestro papel en ese golpe. Aquí trataron de hacer ver esto como un operativo exitoso que logró la retoma y diezmar al M-19. Eso no es así. Se lograron objetivos que tenía la inteligencia en contra de la rama judicial. Para cada asesinato o captura, la inteligencia siempre tuvo un plan estructurado. La inteligencia militar no improvisaba. Siempre había una planeación previa a la acción. Teníamos dispuestos medios de prensa, médicos, paramédicos, bomberos, todos miembros de inteligencia. Fue una operación bien estructurada y bien planificada. 

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