Rusia: para miles de familias, vale más un soldado muerto que uno vivo

Soldados rusos juran dar la vida por su país: al perderla, sacan a sus familias de la miseria en que viven en algunas regiones.

Moscú (Agencias)

Es una afirmación clásica: en la guerra, todos pierden.

Sin embargo, en el caso de la guerra desatada por la invasión rusa a Ucrania, hay perdedores que han terminado ganando.

Es una gran paradoja que involucra el dolor de un ser querido muerto, por un lado, y la compensación económica, por otro.

Esta guerra ha revelado una turbia y cruel ecuación que lleva a muchos ciudadanos a enrolarse en el ejército ruso.

Probablemente la guerra esté cerca de definir un vencedor y un vencido, pero las muertes sigue creciendo y los costos para los dos países no son nada fácil de calcular.

Quienes ya hicieron cuentas son los deudos de soldados rusos, y los parientes de otros que aún sobreviven.
Es una economía de la muerte, en la que la moneda de cambio es la muerte, y la utilidad, miles de rublos jamás imaginados por familias pobres rusas.

Rusia ha configurado un sistema económico que otorga un valor monetario significativo a la muerte en el frente, uno capaz de generar un impacto económico y social tanto en las familias afectadas como en las regiones más empobrecidas del país.

A este respecto, el economista Vladislav Inozemtsev explicaba que la familia de un hombre de 35 años que sirva un año en el ejército y muere en combate recibe, en promedio, 14.5 millones de rublos (150.000 dólares o 620 millones de pesos mal contados), una enorme suma que no incluye otros bonos e indemnizaciones adicionales.

Ese dinero es mucho más de lo que un trabajador promedio ganaría hasta los 60 años en muchas regiones de Rusia.

Este año, el salario mínimo en Rusia es de 19.242 rublos mensuales, lo que equivale a 214,5 dólares estadounidenses o unos 900 000 pesos colombianos.

De hecho, para muchas familias en áreas rurales o desfavorecidas, este cálculo convierte la muerte en una opción "rentable", revelando una turbia y cruel ecuación que incentiva la participación militar.

Recientemente, el diario The Wall Street Journal puso como ejemplos dos regiones: Tuva y Buriatia. Ambas han experimentado un crecimiento más que notable en sus depósitos bancarios, con aumentos de 151% y 81% respectivamente desde enero de 2022.

Estas zonas, marcadas históricamente por la escasez, han visto reducciones en sus tasas de pobreza, lo que evidencia cómo los pagos por muertes en el frente han generado una bonanza económica local en medio de la tragedia.

Pero hay más. También se ha registrado una explosión inmobiliaria, con un incremento de 32% en la construcción residencial en Buriatia, comparado con el 2% nacional.

De hecho, el gasto en restaurantes y bares en regiones como Altai ha crecido 56% en el último año, reflejando un aumento en el consumo.

Con más de 600.000 soldados muertos o heridos desde el inicio del conflicto en Ucrania, según las estimaciones, es fácil deducir que Rusia enfrenta una necesidad urgente de reemplazar bajas.

Se calcula que 30.000 nuevos reclutas son necesarios cada mes, lo que ha llevado al Kremlin a ofrecer sumas significativas como incentivo, evitando así medidas más drásticas como una movilización general que podría resultar políticamente impopular.

Actualmente, el salario mínimo de un soldado en Ucrania es de 210.000 rublos (2.140 dólares o unos 9 millones de pesos colombianos), casi tres veces el promedio nacional.

Además, se otorgan bonificaciones adicionales por participar en operaciones ofensivas y actos destacados en combate, lo que permite reclutar alrededor de 1.000 hombres al día, según el Ministerio de Defensa del Reino Unido.

En paralelo, todo indica que Rusia ha buscado alternativas insólitas, como la negociación con Corea del Norte para el envío de tropas adicionales. Hoy, unos 10 000 norcoreanos refuerzan al ejército ruso.

Por otra parte, el conflicto ha creado desequilibrios en la economía rusa. La inflación alcanzó casi 10% en septiembre, con aumentos pronunciados en productos básicos como las papas, cuyo precio se elevó hasta 73% en lo que va del año.

Aunque el enorme gasto militar ha sostenido el crecimiento del PIB, las sanciones internacionales y las distorsiones estructurales generan incertidumbre sobre la sostenibilidad de la economía.

A este respecto, algunos expertos advierten que Rusia podría no ser capaz de mantener el esfuerzo bélico más allá de 2025, especialmente si persisten las actuales presiones financieras.

No solo eso. La guerra también compite directamente con el sector privado ruso, donde las fábricas dedicadas a la producción de armamento ofrecen salarios elevados para mantener operativas las líneas de producción.

Es tal la situación, que el fenómeno ha exacerbado la escasez de trabajadores en otras industrias, aumentando la presión sobre la economía y contribuyendo al encarecimiento de bienes y servicios.

La paradoja del “valor económico”  de un soldado muerto en comparación con el valor en vida solo puede darse en una situación tan extrema como es la guerra.

La llamada "economía de la muerte" o “deathonomics” en Rusia subraya cómo, en este caso el gobierno ruso, parece haber convertido la pérdida humana en una herramienta financiera para sostener la guerra en Ucrania. 

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