Por Dr. Polito
Lástima no haber estado esa mañana en la mente podrida del corrupto Francisco Roberto Barbosa Delgado.
Hubiera sido una experiencia única ser testigo del momento en que aterrizó de barrigazo en la realidad.
Porque, sin duda, se convenció de que, aunque se crea el mejor fiscal del planeta, su futuro jamás pasará por la Presidencia de Colombia.
Debe estar decepcionado. Alguien lo convenció de que lo tenía todo para que los colombianos comenzaran a considerarlo una especie de Mesías dispuesto a salvar hasta lo insalvable.
“Presidente”, alcanzaron a decirle, y él se vio con la bandera tricolor atravesada sobre su adiposo pecho. Con dos grandes despachos, obvio: uno para él y otro para su ego.
Comenzó, entonces, a escuchar voces que pregonaban ¡ecce homo! cuando recorría con parsimonia los pasillos del búnker que colmó de abusos e ilegalidad.
Las oía mientras acariciaba a sus perros cuidados por escoltas pagos por el erario y llevados en carros oficiales a mear y cagar. Meadas y cagadas que son de los perros más importantes de la galaxia.
Desde luego, puso en marcha su campaña, patrocinado por alcaldes corruptos como el tal Fico de Medellín, aquel de “plata es plata”.
Pero una mañana, despertó y descubrió que su sueño era solo un mal sueño, que no tendría —que no tiene— la menor posibilidad de nada.
Cayó en la cuenta de que su principal mérito es el de ser amigo del inútil a quien, por extraordinario golpe de suerte, su jefe hizo subpresidente.
Buen amigo, el Iván. Lo postuló e hizo cuando pudo para que lo eligieran el mejor Fiscal del planeta y sus alrededores, porque era el ser mejor preparado académicamente de su generación.
Ese Iván… No olvidó que ambos compartieron pupitres en la cueva de corruptos llamada Universidad Sergio Arboleda.
También consideró meritorio callar de modo infame ante tantas denuncias de corrupción y de delitos durante el gobierno de su pana.
Para que no hubiera quejas, dedicó todos los recursos de la Fiscalía para investigar hasta qué come Gustavo Petro como presidente de la República.
Y, como no encontró de qué acusarlo, dedicó sus energías a convertirse en líder de la oposición ultraderechista, y llamó a Petro enemigo de la democracia y de las instituciones.
Así, sin otro mérito, lloró. ¿Y, ahora, qué?, le preguntó al espejo que durante años lo ha convencido de que es el más bonito, el mero mero, el Júpiter Tonante de los universos todos.
—Llora tu corrupción, idiota, tu abyecta obediencia a quien te postuló y a cuyo gobierno todo le perdonaste—, respondió el espejo.
Y, entonces, el terror se apoderó de Barbosa.
Viajó a Estados Unidos y se inventó un respaldo de ese gobierno que jamás existió para él, mucho menos para su designada heredera unigénita, Martha Janeth Mancera.
Lo desmintió una de las personas más serias de la política colombiana: el embajador Luis Gilberto Murillo.
Antes, una fuente del Departamento de Justicia había dicho que allí ni siquiera sabían quién era Mancera y que lo del apoyo para ella nunca ha sido verdad.
Este domingo, arrepentido y más aterrado aún, Barbosa amaneció meditando sobre las cosas que hizo y jamás debió hacer...
Filtrar diligencias reservadas (testimonios e indagatorias) a los medios amigos, acelerar de manera inusitada casos que afectan al presidente Petro, a quien insulta cada día; casi frenar en seco los procesos por 419 asesinados de firmantes de la paz, archivar investigaciones porque sí, opinar en público sobre lo divino y lo humano, creerse el próximo presidente, y contabilizar un 94% de impunidad, son solo ejemplos de lo que jamás debe hacer un fiscal, menos, el jefe de todos.
Cuando pensó en la comparación que hizo de Petro con los narcocarteles de Cali y Medellín, cayó en la cuenta de que todo lo que soñó se evaporó, convirtió en pesadilla, y otorgó la razón a todos los que piensan que ha sido el peor fiscal del mundo…
Y la cobardía y el miedo, sus verdaderas características, reemplazaron el envalentonamiento del que hizo gala en los últimos meses.
Esta es la razón por la que escribió en su cuenta personal de X: Lo más seguro es que después del 13 de Febrero, el presidente Gustavo Petro y todo su gobierno armará una persecución sin precedente contra quienes no permitieron que sus amigos se burlaran de la Ley”.