El padre, Ciro Ramírez Pinzón, congresista de Boyacá por largos años, estuvo preso por orden de la Corte Suprema de Justicia, por vínculos con el paramilitar Jesús ‘Mi sangre’ López Londoño. Murió en agosto pasado.
El hijo, Ciro Alejandro Ramírez Cortés, senador, está bajo investigación, acusado de recibir 1,000 millones de pesos en coimas en el proceso de Las Marionetas, el caso que llevó a prisión al recientemente fallecido senador de Risaralda Mario Alberto Castaño.
De tal palo, tal astilla, se podría decir. Padre e hijo políticos, padre e hijo señalados de delinquir, padre e hijo atropelladores de las legalidad.
Estos días, el hijo, prácticamente juró con patas y manos que él y el Centro Democrático, harán todo lo que sea necesario para hundir el proyecto de reforma a la salud.
Desde luego, Ramírez está en su derecho de actuar en el Congreso como le parezca. Para eso lo eligieron.
Pero, con los antecedentes familiares, y, en especial, los personales, es permitido preguntarse ¿qué intereses oscuros los moverán a él y a su partido?
Al fin y al cabo, es cierto aquello de que quien ha sido no deja de ser. Hay cosas que se llevan en la sangre para siempre…