Después de siglos de tensiones sociales, el norte del Cauca parece haber encontrado una vía definitiva hacia la convivencia pacífica y el desarrollo económico de las comunidades indias, negras y campesinas de la convulsa región.
Delegados del Gobierno, de la poderosa industria azucarera, de la empresa privada, de comunidades aborígenes y de negros, firmaron un Acuerdo por la defensa de la vida, el territorio y la convivencia.
El pacto pretende poner fin a décadas y décadas de conflictos sangrientos por el uso de la tierra.
El acuerdo se firmó en Santander de Quilichao, tras meses de negociaciones, y marca el final de una fase de negociación de dos años entre los distintos actores sociales.
Las partes involucradas (comunidades negras, campesinado, pueblo Nasa, ingenios y trabajadores) lograron la entrega de 1434 hectáreas de tierra fértil, de las cuales 247 están en Corinto, 404 en Caloto, 229 en Santander de Quilichao y 127 en Miranda, y la posibilidad de promover proyectos productivos para asegurar el bienestar económico de la región.
Cuando comenzaron las negociaciones dos años atrás, había 30 haciendas invadidas por indígenas y negros en Caloto, Corinto, Padilla, Santander de Quilichao, Villa Rica, Puerto Tejada, Padilla, Guachené y Miranda, los más afectados.
La región era entonces como una bomba de tiempo, con tensiones acumuladas durante varias décadas. Allí, el 16 de diciembre de 1991, paramilitares y miembros de la Policía Nacional masacraron a 21 indígenas del pueblo Nasa que estaban en proceso de recuperación de tierras en la hacienda del Nilo (Caloto).
Con el tiempo, los conflictos vincularon a campesinos, negros (en su mayoría jornaleros de fincas cañeras) y otras comunidades indias, todos en busca de tierras productivas para garantizar su seguridad alimentaria.
En medio de esta situación, hubo durante décadas, otro factor que complicaba (y complica) aún más la situación: la fuerte presencia de grupos armados de izquierda y de ultraderecha.
Según Cristóbal Guamanga, de la Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria (Fensuagro), hasta 2016, cuando se firmó el acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc, no era fácil concertar una agenda entre negros, indígenas y campesinos.
Pero, ese año, se conformó el Consejo Territorial Interétnico e Intercultural, que buscaba agrupar a todos los pueblos del norte del Cauca y que se venía fraguando desde que en 2000 se llevó a cabo el primer encuentro entre las tres partes. Los primeros acuerdos concretos surgieron, sin embargo, hacia 2020.
Según Huamanga, con la llegada de Gustavo Petro al poder, la negociación siguió su curso. Durante el primer encuentro con el nuevo Gobierno en la rebautizada Mesa de Diálogo del Norte del Cauca, una de las tareas que quedaron fue ponerse de acuerdo entre todas las partes para diseñar y elaborar un pacto de no agresión.
Solo semanas antes, se habían registrado perturbaciones en la finca Santa Bárbara, entre Caloto y Villa Rica, y en la hacienda Canaima, uno de los sitios elegidos por los Nasa para llevar a cabo su ‘Liberación de la Madre Tierra’, campaña con la que buscaban ampliar su territorio.
Lograr ese acuerdo no era tarea sencilla. “El problema era que los indígenas tienen su tema de recuperación de tierras y los afros no, pero también necesitan tierra.
Pero el acuerdo se logró. Solo restaba que el sector privado demostrara voluntad para negociar.
Según Claudia Calero, presidenta de Asocaña (gremio de los cultivadores, entre ellos algunos ingenios), el año previo al primer encuentro con las comunidades no fue sencillo. Dice que fue el lapso en el que se presentaron las mayores invasiones tanto en área como en eventos. Además, sostuvo, durante esas primeras reuniones era palpable la desconfianza y la tensión que generaba su presencia, pero que con el paso de los meses empezó a notar que había un interés genuino por hallar un acuerdo que beneficiara a todas las partes.
Las invasiones se detuvieron y el ambiente de negociación se relajó.
Hubo algunas dificultades, porque no había acuerdo sobre la armonización de las propuestas con el Plan de Desarrollo de este Gobierno.
Pero la voluntad de avanzar en un diálogo sincero se impuso, y se logró el acuerdo, que firmaron el Consejo Territorial Interétnico e Intercultural, Asocaña, Procaña, la Agencia Nacional de Tierras, el Ministerio de Agricultura, la Vicepresidencia de la República y los representantes de los trabajadores de la caña.
Las partes se comprometieron a reconocer la diversidad social y cultural de la región, la importancia del diálogo, respaldar la implementación de una política integral de desarrollo para la región, aunar esfuerzos para el trámite por vía institucional de las pretensiones territoriales, trabajar por el fortalecimiento de las figuras territoriales colectivas y avanzar en la construcción de una política de mitigación de la crisis generada por el cambio climático.