
Cada día, más habitantes del planeta conocen el nombre de Mohammed bin Salman. Al fin y al cabo, en enero de 2015 era un absoluto desconocido, y hoy, por razón de su agresividad y prepotencia, es el príncipe más poderoso del planeta.
En términos coloquiales, es el dueño de Arabia Saudita, un país que navega sobre petróleo y que, con base en su riqueza, aspira a convertirse en el más poderoso de Oriente Medio.
No importa que para ello, MBS, como le dicen, destine millonadas para estimular ejércitos de bolsillo, caso Yemen del Sur, para enfrentar a rivales como Irán, otro aspirante a gobernar esa área del mundo.