Jerusalen-Washington (Agencias)

Negociadores de Israel y Hamás acordaron un alto el fuego de 42 días y la liberación de rehenes en Gaza, anunciaron el presidente Biden y otros funcionarios el miércoles.

El anuncio generó esperanzas de que pronto pueda terminar más de un año de guerra que ha matado a decenas de miles de palestinos y destruido gran parte del enclave.

Seúl (Agencias)

Un pequeño ejército de policías armados hasta los dientes fue a la casa del presidente de Corea del Sur, Yoon Suk Yeol, lo arrestó y lo condujo ante el Tribunal Supremo de Justicia, que lo juzga porque intentó imponer de nuevo la odiada ley marcial que todos los coreanos repudian.

Sin embargo, la crisis política que le sirvió a Yoon de argumento, y que se agravó con su decisión, está lejos de terminar.

La crisis comenzó hace más de un año, cuando la oposición se hizo al control de la Asamblea Nacional y amenazó a Yoon con destituirlo.

“Pruébenlo, si quieren”, respondió un desafiante Yoon, el 3 de diciembre, de manera sorpresiva, tomó el canal estatal de televisión e impuso la ley marcial, “con el fin de proteger la democracia liberal de las fuerzas antiestatales activas dentro de la República libre de Corea y sus amenazas de subvertir el estado, y para garantizar la seguridad pública”.

Acusó al mayoritario y opositor Partido Demócrata de simpatizar con Corea del Norte y de llevar a cabo “actividades contra el Estado” y lo llamó organización criminal al servicio de Pionyang y de un bloque comunista, para destruir el país. La orden incluía la prohibición de cualquier actividad política, incluida la de la Asamblea Nacional, y abolía la libertad de prensa.

Esa noche Corea quedó sumida en la incertidumbre, debido al recuerdo de su oscuro pasado político, cuando comenzó a pasar por una serie de líderes autoritarios y gobernantes militares, que declararon la ley marcial varias veces, a veces en un intento de aferrarse al poder en medio de un creciente descontento público.

Las protestas podían fácilmente volverse mortales, y el muchas veces el ejército se desplegó para reprimir a quienes se opusieran.

La última vez que un presidente surcoreano declaró la ley marcial fue en 1980, durante un levantamiento nacional encabezado por estudiantes y sindicatos. No fue hasta 1988 que Corea del Sur eligió un presidente mediante elecciones libres y directas.

Yoon fue destituido y hace pocas horas ganó ​un lugar ignominioso ​en la historia de Corea del Sur, cuando se convirtió en el primer presidente en funciones en ser detenido en una investigación criminal.

Su detención puso fin a un enfrentamiento político de varias semanas y a lamentos sobre lo que Corea del Sur debería hacer con un líder que declaró la ley marcial el mes pasado, una medida que amenazó décadas de democracia duramente ganada en el país.

Pero la incapacidad de Seúl para abordar la cuestión rápidamente, y el hecho de que tuvo que movilizar un ejército de fuerzas de seguridad para obligarlo a rendirse, expuso cuán profundas son las fracturas en su política. Esta polarización política arraigada, combinada con el estilo intransigente de Yoon y su animadversión personal hacia sus enemigos políticos, lo llevaron por un camino que lo llevó al enfrentamiento con la policía el miércoles en la residencia en la cima de la colina donde se había retirado.

Desde que ganó las elecciones por un margen muy estrecho en 2022, Yoon ha chocado constantemente con la oposición mayoritaria por políticas, escándalos que involucran a su esposa y su relación hostil con disidentes, incluidos periodistas a los que acusó de difundir "noticias falsas".

Su ira estalló el 3 de diciembre. Prohibió todas las actividades políticas y puso a los medios de comunicación bajo control militar, aunque la Asamblea Nacional anuló su decreto de ley marcial antes de que Yoon pudiera hacer cumplir tales medidas.

Durante las seis horas de ley marcial, ordenó a los comandantes militares que derribaran las puertas de la Asamblea “con hachas” o “disparando, si es necesario” y que “arrastraran” a los legisladores, según los fiscales que han acusado a los generales militares de ayudar a Yoon a cometer una insurrección.

Incluso después de que la Asamblea rechazara su decreto y luego lo destituyera, Yoon prometió “luchar hasta el final”. Se atrincheró en su residencia montañosa en el centro de Seúl, detrás de guardaespaldas, rollos de alambre de púas y barricadas de autobuses. Yoon ignoró repetidamente las citaciones de los investigadores para ser interrogado por cargos de insurrección.

Ahora está donde los coreanos querían: ante los fiscales y el Tribunal Superior de Justicia.

El gobierno socialista venezolano del presidente Nicolás Maduro Moros rompió relaciones diplomáticas con el gobierno derechista paraguayo de Santiago Peña Palacios.

El anuncio lo hizo el canciller Yván Gil, citando como argumento “las declaraciones del presidente de Paraguay”, luego de que el Gobierno paraguayo declaró que reconoce al fugitivo Edmundo González Urrutia como presidente electo de Venezuela.

Washington

El presidente electo de Estados Unidos, el reo Donald John Trump, amenazó con arrebatarle el Canal a Panamá porque considera que las tarifas para los barcos y el manejo del paso “son una estafa”.

En un mensaje, Trump advirtió que podría exigir que el Canal sea devuelto a Estados Unidos, “… (que) tiene un interés personal en el funcionamiento seguro, eficiente y confiable del Canal de Panamá, y eso siempre se entendió. ¡Jamás permitiríamos que cayera en manos equivocadas! No fue otorgado para beneficio de otros, sino simplemente como muestra de cooperación con nosotros y Panamá", indicó Trump en su red Truth Social.

Damasco (Agencias)

Cualquier día de estos, el exespía y presidente de Rusia, Vladímir Vladímirovich Putin, se debió levantar de la cama con el pie izquierdo.

Desde luego, caben muchas otras razones que expliquen la catástrofe que sufrió este domingo en Siria, tan apabullante, que, sin pensarlo dos veces, abandonó a su protegido Bashar al-Assad y lo dejó a su mala suerte.

Lo mismo hizo el régimen de Irán, prácticamente el poder detrás de al-Assad: no movió un dedo para defenderlo ni para pedirle a Rusia que dispusiera de sus tropas para evitarle la caída, resultado de una inexplicable guerra de 11 días en la que prácticamente no hubo batallas. Solo se registró el avance de los rebeldes islámicos fundamentalistas del Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham o HTS, heredero de la exfilial siria de Al Qaeda), al mando de Abu Mohammed al Jawlani, alias del saudí Ahmed al Sharaa, la toma de ciudades y la llegada sin resistencia a Damasco, capital siria y una de las ciudades más antiguas del planeta.

Al-Assad, que resultó un tigrecito de papel al que todo el Medio Oriente le temió tontamente durante más de 20 años, cayó de su pedestal y huyó, no se sabe a dónde.

Pero, sin duda, las peores consecuencias fueron para Rusia y su presidente.

Durante los últimos nueve años, al-Asad se mantuvo en el poder a sangre y fuego, gracias a los rusos, que la hacían correr y ponían sus poderosas tropas a actuar hasta las últimas consecuencias.

A cambio, al-Assad les entregó por 49 años el mayor poder bélico en el Mediterráneo, con una base naval en el puerto de Tartús y otra, aérea, en Hmeimim.

Pero, en 11 días, el proyecto del Kremlin en Siria se desmoronó, y Moscú, aparentemente, no puede hacer nada al respecto.

En un comunicado, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso anunció que al-Assad había abandonado el cargo de presidente y el país (sin proporcionar ningún detalle sobre su destino).

Agregó que Moscú está "siguiendo con extrema preocupación los dramáticos acontecimientos en Siria".

Al enviar miles de tropas para apoyar al presidente al-Assad en 2015, uno de los objetivos clave de Rusia había sido afirmarse como potencia global. Fue el primer desafío importante de Vladimir Putin al poder y dominio de Occidente, fuera del antiguo espacio soviético.

Y, al parecer, fue un éxito. En 2017, el presidente Putin visitó la base aérea rusa Hmeimim en Siria y declaró que la misión había sido cumplida. A pesar de los informes generalizados de que los ataques aéreos rusos estaban causando víctimas civiles, el Ministerio de Defensa ruso se sintió lo suficientemente seguro como para enviar a los medios de comunicación internacionales a Siria para que presenciaran la operación militar rusa.

En uno de esos viajes, un oficial dijo que Rusia estaría en Siria "por un largo tiempo". Pero se trataba de algo más que sólo prestigio.

Rusia se había asegurado un importante punto de apoyo en el Mediterráneo oriental. Las bases se convirtieron en centros para el traslado de contratistas militares hacia y desde África.

Una pregunta clave para Moscú es: ¿qué pasará ahora con estas bases rusas?

En su comunicado, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso anunció que sus bases en Siria habían sido puestas "en estado de máxima alerta", pero afirmó que "no existía ninguna amenaza seria para ellas en este momento".

Al-Assad era el aliado más fiel de Rusia en Oriente Medio. El Kremlin había invertido mucho en él y había destinado recursos (financieros, militares y políticos) para mantenerlo en el poder. Las autoridades rusas tendrán dificultades para presentar su derrocamiento como algo que no sea un revés para Moscú.

Pero en una publicación en las redes sociales, Konstantin Kosachev, vicepresidente de la cámara alta del parlamento ruso, escribió: "Lo que está sucediendo en Siria es muy difícil para todos, sin excepción... una tragedia para todos.

"Para los rusos nuestra prioridad es garantizar la seguridad de nuestros ciudadanos, tanto civiles, incluidos los diplomáticos y sus familias, como, por supuesto, los militares".

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