
El suyo fue un gobierno criminal, como algunos en otros países, incluida Colombia, que disponen de los recursos del Estado para matar ciudadanos.
Que sus simpatizantes lo califiquen de parteaguas de la política peruana no niega que, al morir a los 86 años, Alberto Kenya Fujimori Inomoto deja tras de sí una infame lista de imperdonables crímenes de Estado.
La suya fue una figura polarizante que sin duda ocupará las más oscuras páginas de la negra historia universal de la infamia.