Por Dr. Polito
Gustavo me miró. Susana me hizo. Ambos me dijeron…
Como niño de jardín de infantes, que por todo se queja, pero nada hace por demostrar quién es y qué es capaz de hacer, así es ese niño bonito, el galancito del Palacio Liévano de Bogotá.
No es un alcalde, como se entiende que debe ser un alcalde, de esos que creen que cuando toca, toca, y si lo eligieron fue para algo como trabajar por su pueblo
Él es un kilométrico rosario de quejas, de lamentos y de excusas; un costalado inmenso de tirria inacabable.