Por Dr. Polito


Sí, definitivamente, sí, esta es Colombia, Pablo.

Una tierra donde puede ser ministro de Educación alguien que, con sobrada razón, le dice hijo de puta a una de las vacas que más caga, o a quien prefiere votar por un hijo de puta en vez de hacerlo por otro candidato.

Hoy, Daniel Rojas Medellín es objeto de todos los agravios imaginables, porque, con el antecedente de sus hijueputazos, los críticos babean y se relamen preguntándose ¿cómo pudo el presidente Gustavo Petro nombrarlo ministro, y para acabar de cagarla, de Educación?

Por Dr. Polito

 

Hay dos deportes de moda en la política colombiana de estos días, y ambos son realmente divertidos.

Uno, practicado por la derecha, consistente en sacarle el culo a Rodolfo Hernández y preguntar quién es, y otro, por el resto de colombianos, para ver quién es el próximo que lo niega, y qué barbaridades dice de su excandidato presidencial.

Es parte de la infame actitud de la derecha (y ahí caben todos los partidos, tradicionales o no, que consideran al ultracorrupto Álvaro Uribe Vélez como el sanctasanctórum de la ética en general), de respaldar a quien sea, con tal de detener a las fuerzas progresistas colombianas.

El agravante es que está solo. Íngrimo. Como deben terminar los que roban o pretenden robar el dinero del pueblo. Bueno, no... No está solo. Lo dejaron solo. Lo abandonaron como mueble viejo y roto. Así son ellos: inmisericordes, cobardes, mala gente. Todos.

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