Por Dr. Polito
Cuando El Tiempo hacía periodismo, dejaba pocas dudas sobre lo que afirmaba.
Hoy, convertido en un producto de banqueros y mercachifles que se dicen expertos en mercadotécnica, sus contenidos causan risa incontenible.
No solo hacen malabares para sostener falsedades, sino que, sin percatarse, con sus manejos truculentos terminan negando lo que afirman o aceptando lo que niegan.
Este jueves hay un ejemplo claro.
Su especulación sobre el inconformismo que, dice ese medio, han expresado varios países, que no cita ni citará, de que, con su denuncia sobre la ilegal compra del software espía israelí Pegasus, el presiente Gustavo Petro habría violado la Ley de Inteligencia y el principio de Reserva de la Información de Inteligencia y Contrainteligencia.
Y cita fuentes anónimas, algo que a los periodistas de ese diario se les ha vuelto normal. El problema es que, de ordinario, esas fuentes no existen, o mienten, y por eso piden que no citen sus nombres.
Para poner el énfasis en una posible falta de Petro, el diario calla lo fundamental: que la compra del software es un acto ilegal, delictivo, y que, por esa razón, los responsables jamás lo harían figurar en los registros oficiales.
Así, ¿a cuál principio de reserva se refiere la periodista que escribió el bulo? Guardar silencio en torno del negocio ilegal, como el que hasta ahora guarda el gobierno anterior, no es ejercer reserva sino complicidad.
Petro denunció un delito, porque el objeto del negocio es un objeto ilegal, como el dinero del narcotráfico o las máquinas para sacar oro de los ríos de manera clandestina.
Así, ¿qué país se atrevería a objetar o cuestionar una denuncia sobre un crimen? ¿Por qué el diario no los cita?
Sencillo: porque no es cierto. Solo se pretende insinuar que Petro debió callar sobre un acto abiertamente ilegal de un gobierno derechista hacia el que la prensa tradicional muestra sumisión abyecta.
Es tal la torpeza del diario, que pasa por alto un detalle importante: al calificar lo hecho por Petro como violación de la reserva de la información de inteligencia, tácitamente acepta que el negocio ilegal se hizo y hay que mantenerlo en secreto.
Lo que sugiere el diario es que Petro no debió revelar la compra, porque al hacerlo generó desconfianza y rechazo de otros países.
Porque, si la compra del software no fuera cierta, esos varios países de que habla el diario tratarían a Petro de mentiroso, pero no de violador de principios y leyes de reserva de inteligencia.
En la línea de los medios tradicionales, lo importante es atacar a Petro, sin importar si lo que sostienen es falso.
Cualquier lector espera de ese y de todos los demás medios, que digan cuántas veces le han preguntado al presidente anterior sobre la compra.
Al fin y al cabo, el negocio fue durante su gobierno y por su gobierno, o al menos por funcionarios suyos.
Pretender que Petro calle para no violar reservas y secretos es lo mismo que criticar a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) que guardara silencio sobre los 6402 asesinados por el Estado durante los dos primeros gobiernos de este siglo.
La ilegalidad de Pegasus no es invento. La propia Organización de Naciones Unidas (ONU) lo rechaza de manera radical, porque viola elementales principios de integridad del ser humano.
Pegasus viola la intimidad de las personas a través de clonar y manipular a capricho los teléfonos celulares.